domingo, 20 de marzo de 2011

FRAILE QUE FUE SOLDADO

Tras las asperezas de la vida militar y aguantar las tarascadas de la guerra no faltaron soldados que, tras entregar el coselete y la pica, vistieron el sayal frailuno. Unos buscaban galardón y ventaja en las compañías del cielo o, al menos, un remiendo a sus quebrantadas conciencias. Otros aspiraban a vivir retiradamente, con un modesto pasar, tras tantas aventuras. Solían ser religiosos ejemplares, al menos así se consideraba en la época. Habían visto y vivido mucho.

De esta naturaleza fue la vida del capitán Redín que, tras muchas heroicidades, tomó los hábitos capuchinos y fue misionero. Otro ejemplo es el de Bernardino de Escalante, veterano de los ejércitos católicos, después religioso y autor de un tratado militar. Y no dejaré de mencionar a fray Gabriel de Cristo, nacido en Baeza en 1566. Fue soldado hasta 1587 cuando decidió pedir licencia y profesar como carmelita descalzo. Llegó a provincial de Andalucía de la Orden. Debió de ser de pocas y secas palabras. Muy respetado en su tiempo murió, también en Baeza, en 1645.


Tengo por cosa segura que no sería fácil olvidar la vida anterior. Imagino yo a estos frailes en las soledades de sus celdas, buscando en sus canutos de metal los antiguos memoriales, las viejas patentes y las licencias. firmadas por capitanes de aquel tiempo. Tampoco se podía dejar, así como así, el recuerdo de las antiguas jornadas, el redoblar de las cajas y el compás de los pífanos, las pagas tardías y disputadas, gastadas con premura, el paso cadencioso de los piqueros y los espantos siempre unidos a este oficio.

Hubo casos en los que la vocación castrense surgía, ya tardía, en ciertos frailes. Fueron quizás el desasogiego, las melancolías de la vida conventual o un llamamiento atávico a la vida inquieta y aventurera, tan extendido en aquellos españoles de los siglos XVI y XVII. Dios no pide imposibles. El caso es que ocurría también al contrario pues había frailes que se hacían soldados. Puedo mencionar a fray Francisco de Antequera, hijo de unos mercaderes de dicha ciudad. Tras diez años como capuchino decidió, un día, escaparse del convento y sentar plaza de soldado en Italia. Pasó por un naufragio, la galera se la tragó el mar, o casi, y salvó la vida por poco. Arrepentido volvió al convento pero le duró poco el propósito de la enmienda pues volvió a Italia. ¡Cuánto les gustaba Italia a aquellos españoles!. Después, cuando ya había visto lo suyo, recaló definitivamente en la orden capuchina. El valor le sobraba. Bien lo sabían sus compañeros de armas y de hábito. Y bien lo demostró cuando la epidemia de 1649. Murió, como un santo, en el hospital de Antequera. Allí, con los contagiados. Era cierto el refrán: fraile que fue soldado sale más acertado.

La referencia a fray Gabriel de Cristo la tomo del Diccionario Biobibliográfico del Santo Reino de Jaén (2010), obra de Manuel Caballero Venzalá y Rufino Almansa Tallante. El resto de los religiosos son citados por Antonio Domínguez Ortiz en Las clases privilegiadas del Antiguo Régimen (1973)

22 comentarios:

  1. Creo que es más entendible lo primero. Lo del soldado que se hace fraile, buscando un poco más de tranquilidad y sosiego, sin sobresaltos. La búsqueda de la vida retirada tras largos años de ver la muerte enseñando los dientes por todas las esquinas.
    Un saludo.

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  2. Estoy de acuerdo con usted don Cayetano. Pero habría clérigos no muy convencidos de haber tomado tal estado. Y muy soliviantados por la vida de aventuras y las noticias que les llegaban.
    Pero lo primero, en efecto, parece más comprensible.

    Muchas gracias por su comentario y saludos cordiales.

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  3. No lo he podido remediar, la entrada me recordó la extraordinaria película "La Misión" protagonizada por Robert de Niro.

    Saludos.

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  4. Delicioso artículo, amigo. Cuánto lo he disfrutado. Un saludo.

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  5. Puedo entender el aburrimiento de aquellos hombres en la vida contemplativa, despues de haber vivido tantas visicitudes en la vida diaria y guerrera.
    Y es que ya lo dice el aforismo... "La cabra tira al monte y el soldado a la batalla".

    Un placer leerle. Saludos.

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  6. Sin duda que los horrores de la Guerra debían hacer recapacitar a muchos de estos hombres y hacerles elegir la vida conventual para quizás resarcirse de sus manos manchadas de sangre o borrar horribles imágenes de la mente.

    El caso contrario también es de entender teniendo en cuenta el aburrimiento conventual y todas las aventuras que esperaban en los campos de batalla de aquella Europa.

    Un saludo.

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  7. No en vano el personaje representado por Robert de Niro ingresa en la Compañía de Jesús. Y san Ignacio es el ejemplo más celebre de un antiguo soldado hecho clérigo.

    Gracias don Eduardo y saludos.

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  8. Gracias a usted señor de la Terraza. También sus artículos me parecen de primera.

    Saludos.

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  9. El aforismo me parece que cuadra perfectamente con las circunstancias de mi articulillo.

    Gracias, don Lorenzo, y saludos.

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  10. Y tanto, Carolus. Tengamos en cuenta, además, que muchos entraban en la vida conventual sin demasiada o ninguna vocación.

    Saludos y gracias.

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  11. Y es que los frailes de entonces bien pudieran serlo por oficio que no por gusto. Las familias decidían el destino de cada hijo y había algunos que no contentaba con el destino marcado por la Providencia. Aquí habría que señalar los frailes que acompañaban a las tropas de a pie y de a caballo, a las Armadas de Su Majestad, que corrían los mismos peligros que el resto de los soldados.

    Saludos

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  12. Cierto es doña Carmen. Y también que hubo jesuitas muy valientes en los ejércitos católicos que servían en Flandes. De ellos queda memoria.

    Gracias y un saludo.

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  13. Qué maravilla, sr. del Retablo. A mí me ha hecho recordar el soneto de Francisco de Aldana, esa especie de recapitulación poco antes de morir en Alcazarquivir (no tuvo tiempo de cumplir sus deseos de retiro y de "ser muerto en la memoria del mundo"), que empieza: En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,/ tras tanto varïar vida y destino/ tras tanto de uno en otro desatino...
    Y sin embargo, algo tienen en común las dos clases de vida. No son dos extremos, o, en todo caso, son extremos que se tocan.
    El refrán es estupendo y el texto un verdadero gozo.
    Saludos cordiales y muchas gracias.

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  14. ¡Ay don Franisco de Aldana!. Tristemente muerto en Alcazarquivir bajo las banderas de Don Sebastián. Bien traído esta aquí su recuerdo doña CB.

    Gracias y saludos.

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  15. Yo también creo entender al fraile que se hace soldado, tal vez por mi tendencia a la nostalgia. Ninguna araña tan fuerte como la de aquello que no hicimos. No sería muy distinto en aquellos hombres, por distintas que fueran las circunstancias.
    Salvarse de naufragios, ir a la batalla, morir como santos...

    Saludos. Un gusto leerle.

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  16. Hermosa vislumbre del pasado. Da que pensar también en el extraño caso de la Monja Alférez.
    Es un placer leer sus entradas tan bien escritas.
    Cordiales saludos.

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  17. A veces pensarían, en las soledades del claustro o de las guardias, que uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Y puede ser abandonar la pica para vestir el sayal o al contrario.

    Muchas gracias doña Olga. Por su comentario y por su generosidad.

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  18. Es verdad don José Miguel. Y también todas estas historias están relacionadas con los romances viejos de doncellas soldado.

    Quedo muy agradecido a usted por sus palabras.

    Saludos.

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  19. Hombre, conozco muchos casos de militares que se meten a frailes, para tener una vida descansada, como es el caso de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Entonces profesar la religión no era una vocación, se entendía más como oficio. El caso contrario debe ser menos frecuente en la historia, pero tu aportas un caso de ellos en la figura de Francisco de Antequera. Habra que investigar. Saludos cordiales.

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  20. Ciertamente los hábitos y las armas han ido muy parejos en la historia de España, bien de la mano de órdenes militares o como usted dice a través de soldados de turbias conciencias o de monjes con aspiraciones guerreras.
    Hasta nuestro Carlos I abandonó la política y los campos de batalla para disfrutar de la paz monacal de Yuste.

    Gracias por su entrada, interesantísima como siempre.

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  21. El caso de san Ignacio fue ejemplar, como usted bien recuerda, señor Hidalgo. Y dio a su orden el nombre de Compañía. Sin caer en tópicos, soldados y frailes fueron dos pilares de la España de los siglos XVI y XVII. No debió de ser tan rara la relación de unos y otros.

    Saludos y muchas gracias por sus siempre bien recibidos comentarios.

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  22. Bien puesto está el recuerdo del Emperador, señor de Mingo. Y recordemos también a san Francisco de Borja. Eran tipos de una pieza.

    Gracias por sus escritos y saludos.

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