lunes, 18 de julio de 2011

CAZADORES DE VÍBORAS

En mayo de 1795 Jovellanos visitó el monasterio de San Millán en la Rioja. Escribió sobre su botica, bien pertrechada de redomería de barro y cristal, perfectamente surtida de hierbas, poseedora incluso de un pequeño invernadero y un estanque para las sanguijuelas. Pocas cosas escapaban a la mirada del ilustrado. Llamó su atención un corralejo, delimitado por unas tapias de una vara y media, orientado hacia el mediodía, con los muros bien lanillados. Era el viborero: "en el fondo piedra, cascotes y las hierbas que nacen allí de suyo; aquí están las víboras, aquí procrean". A pesar de todo, sigue Jovellanos en su diario, cada temporada se reemplazaban por otras nuevas "con las que vienen a vender para proveer el consumo".
No faltaron personas que se lanzaban al campo a capturar éstos y otros animales, entonces no protegidos e incluso, también antaño, considerados dañinos por agricultores y cazadores. Y no hace tanto tiempo. Ignacio Aldecoa escribió en 1954 un relato, "Los hombres del amanecer", que describe la jornada de dos cazadores de víboras. Es una historia triste, con un fondo de ríos cenagosos y pueblos míseros. Se cuenta como capturaban las serpientes con una horquilla y las guardaban en una caja aparejada con una tela metálica. Después las llevaban ocultas para evitar las impertinentes preguntas de los lugareños. En el cuento de Aldecoa las vendían a un laboratorio, a cuatro pesetas cada una, sin contar la propina. Un personaje del relato identificaba los cazaderos atendiendo a la flora y al viento que debía ser, según él, "a medias caliente, a medias fresco" pues era el propicio para que salieran las víboras de las cuevas y se quedaran entumecidas en el campo.
Conozco un caso real que bien pudo servir de fuente a dicho autor. En un número de la revista Estampa, de 1932, aparece entrevistado un personaje, ya anciano, que se dedicó durante años a capturar animales de todo tipo. Comenzó vendiendo peces de río y ranas de las charcas cercanas a Madrid. Después pasó a hacer salidas a lugares más alejados y a practicar otras capturas. Pasó aventuras y grandes aprietos, atacado por lobos, por bandadas de ratas y nubes de mosquitos voraces. Buceó por ríos verdes y turbios. Una víbora se le arrancó y le mordió en la oreja. Se curaba con vino y salía al monte, a veces acompañado por su mujer, con un cedazo, un serón y un borrico. Decía conocer personalmente a don Santiago Ramón y Cajal, entre otros hombres de ciencia a los que suministraba distintos ejemplares. Acabó por construir cerca de su casa una alberca donde tenía, a buen recaudo, todo tipo de serpientes, lagartos, gallipatos y otras especies. A su manera tenía afición por el campo y por los animales. Según el tono de sus respuestas, parecía ser un hombre independiente y vitalista, muy distinto a los personajes, antes citados, de Aldecoa.

16 comentarios:

  1. El gallipato no lo conocía por ese nombre he tenido que ir a la wikipedia para saber que es un tritón. Ya ne el campo van quedando menos animales, muchos ríos bajan sin peces y apenas se oye el croar de las ranas.

    Saludos.

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  2. En el monasterio de San Millán, que visitó Jovellanos; en el relato de Aldecoa; en la memoria de ese genuino personaje que entrevistaba la "Estampa": en todos se halla la serpiente. Serpiente aborrecida en nuestra cultura por su participación en el pecado original; pero símbolo de la medicina desde tiempos mitológicos, enroscada en el bastón de Esculapio y asomada a la copa de su hija Higea. Para la medicina, la serpiente representa la vida, y que más pueden desear quienes se dedican a luchar contra la enfermedad (sabiendo que siempre vencerá la muerte)que tener en su mano el don de la vida.
    Como siempre, agradecido por una entrada tan interesante y amena como bien escrita, reciba con mi gratitud el más cordial saludo.

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  3. Yo he visto algún gallipato que otro en el Guadalquivir. Y es cierto lo de la menor presencia de fauna en los ríos. Hay datos del XVII en Jaén que mencionan una gran variedad de peces y otras especies de las que apenas queda nada.

    Saludos y gracias por su comentario, don Eduardo.

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  4. La serpiente siempre ha producido fascinación y rechazo al tiempo. Incluso para nosotros, formados en el racionalismo más frío. Su reflexión sobre su función simbólica en el campo de la medicina es muy valiosa para mí y para este cuaderno de notas. Y el bastón y la copa son también dos símbolos ancestrales.

    Muchas gracias y reciba mis saludos.

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  5. Menudo personaje el tipo de la revista "Estampa", ya no quedan en estos tiempos, este tipo de hombres.

    Una entrada muy veraniega. Saludos amigo.

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  6. Así es don Lorenzo. Además, al leer la entrevista que le hacen en la revista, descubre uno que le resulta hasta simpático.

    Saludos y muchas gracias por su visita.

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  7. Todo esta historia de aquel hombre que "cazaba" por los arededores de Madrid me trae a la memoria la novela de los Santos Inocentes de don Miguel Delibes. Aquella España hambrienta y atrasada que conocieron nuestros abuelos.

    Un saludo.

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  8. Hay una relación, evidentemente, pero en el caso de Madrid, lo mismo que en el relato de Aldecoa, el entorno es más urbano. Y, es claro, de hambres ancestrales. Las charcas cercanas a Madrid debían de constituir un paisaje muy deprimido y deprimente.

    Saludos y muchas gracias.

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  9. Precioso relato que da testimonio de aquellos oficios ya desaparecidos y que ahora nos resultan tan extraños.

    Recuerdo por ejemplo el extinto oficio de "alimañero" es decir personas encargadas de controlar el supuesto aumento de especies aparentemente perjudiciales para los cazadores como las rapaces o los carnívoros salvajes etc... Mi abuelo me contaba que dependiendo de la época se pagaba más o menos por la alimaña cazada e incluso se comerciaba con su piel . Tengo entendido que ya en 1953 incluso se crearon en España las Juntas de Extinción de Alimañas, cuyo fin único era el exterminio total de estas especies que ahora consideramos protegidas. Pero al margen de los alimañeros oficiales, todo el mundo podía ser entonces alimañero, niños incluidos, una manera como otra cualquiera de escapar del hambre. En Soria se llegaron a pagar hasta 40 pesetas por cada ejemplar de gineta presentado a la Junta. En Burgos 25 pesetas por cada par de garras de águila. En Andalucía, poco más de 4 pesetas por cada lince muerto....cómo cambian los tiempos, si ahora a alguien le diera por matar a uno de estos animales...

    Un saludo :-))

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  10. Su comentario es interesantísimo. Recuerdo, por ejemplo, los ejemplares de la revista Caza y Pesca de los años cuarenta, donde había una sección llamada "Calendario del alimañero" o algo así. Si nos damos cuenta hasta los años 70, con Felix Rodríguez de la Fuente, no se creó un estado de opinión consciente de la necesidad de conservar la fauna. La gente no se daba cuenta ni le daba importancia a acabar con determinadas especies que, además, consideraban perjudiciales. Había, también, un concepto más hostil de la naturaleza.

    Gracias y saludos.

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  11. Pues, cuando voy por el monte y aparece un ser de estos lo que hago es... salir corriendo... Puede ser exagerado, pero una picadura de víbora es más seria de lo que parece estando en el campo.

    Saludos

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  12. Pues sí, las serpientes no son bichos especialmente queridos, sobre todo por la mujer, un claro ejemplo lo acabo de leer en el comentario de nuestra querida Carmen; ya recordará lo que dice la Biblia, exégesis aparte, y sin embargo son animales muy útiles como comprobó Jovellanos o Ramón y Cajal, por no hablar de los bolsos o zapatos de señora que se han hecho con sus pieles.
    Es posible que en algún perdido rincón de nuestra Piel de Toro aún, en pleno siglo XXI, se puedan encontrar algún personaje parecido a éstos de los que usted nos habla.
    Un saludo cordial.

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  13. No es asunto menor la picadura de una víbora. Aunque la apariencia de ésta no es tan imponente como la de otras especies.

    Saludos y gracias doña Carmen.

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  14. Siempre han dado miedo a todo el mundo. Hay muchas teorías al respecto. En cualquier caso encontrar una serpiente, por ejemplo, bajo el sillón siempre será una experiencia más intensa que la de descubrir, también por ejemplo, un ratón.
    Respecto a estos personajes, que iban buscándose la vida por los montes, creo que verdaderamente pertenecen a otro tiempo. Todo ha cambiado.

    Muchas gracias señor de la Terraza y reciba usted mis saludos.

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  15. Curarse con vino....Me recordaste a mi suegro q.e.p.d, que sostenía que el tequila curaba, entre otro males, los doleres de la dentición de dientes en los bebés, la gripe y, por descontado, el mal de amor. Recuerdo una noche en una cantina en Puebla donde mi esposa y yo vimos a un muchacho que tapaba su frente con las manos y un trío de boleros le cantaba una canción tras otra- esperando su correspondiente compensación economica a cambio. Le pregunté a mi mujer: ¿Qué le pasa a este chico?. Me contestó: "Está herido". Espero que se curase, porque ganas le puso. Te mando un fuerte abrazo, amigo. Me gusta mucho leerte. Leiva.

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  16. Es toda una historia la que cuenta usted, respecto a lo sucedido en la cantina de Puebla. Como de una canción Concha Piquer o de Johnny Cash. Hay ahí un pasado.

    Y reciba usted otro fuerte abrazo señor de Leiva.

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