martes, 23 de julio de 2013

IGNACIO EL CORTESANO

Contaba Juan Alfonso de Polanco de san Ignacio de Loyola en sus años de mocedad: "como todos los jóvenes que viven en la corte y se hacen fanáticos por las cosas militares, era bastante libre en los asuntos amorosos, del juego y del honor". Ribadeneyra describió al Santo, antes de su conversión, como "un soldado desgarrado y vano", atento al cuidado de sus manos, su jubón y su birrete. Eran los rasgos propios del hombre de armas, aristocrático, del siglo XVI. Algo de este sentido de la elegancia le debió de acompañar siempre. Después vendrá la acción de Pamplona, el 21 de mayo de 1521, y será llamado a servir bajo otra bandera.
Precisamente por las heridas recibidas en la pierna izquierda, le quedaron dos deformidades, segun Ribadeneyra:" un hueso que le salía debajo de la rodilla feamente" y la cortedad de la propia pierna. Le  extrajeron en la cura "veinte pedazos de huesos". No podía el santo "andar ni tenerse sobre sus pies". Al ser "mozo lozano y polido, y muy amigo de galas y de traerse bien" y dispuesto a continuar su carrera militar, aceptó que le cortasen el hueso que sobresalía "por cumplir con su gusto y apetito". No aceptó que lo atasen por considerarlo medida indigna de su valor. Procedieron los cirujanos a cortar lo convenido y allí aguantó san Ignacio, en el hule, "sin menearse ni boquear, ni dar alguna muestra de flaqueza de corazón". No podía ser de otra manera. Era un militar del siglo XVI.
Las heridas y arreglos que le hicieron no pudieron evitar que cierta cojera le acompañase durante toda su vida. Al parecer, se valía bien, a pesar de este achaque,  y mantuvo un porte no exento de marcialidad. No era nada rara, además, esta carga entre soldados viejos y probados.

martes, 16 de julio de 2013

EL ESCAPULARIO DEL CARMEN

La devoción hacia el escapulario de la Virgen del Carmen es una de las más populares dentro de la religiosidad barroca. El lego del Carmen de Agustín Moreto se centra en la vida de san Francisco de Sena que fue, antes de su conversión, espadachín. En una reyerta perdona la vida a su adversario que le pedía clemencia por la Virgen del Carmen. El valentón, que ya llevaba camino de santo, no puede negarse y se la concede: "En mi seña no imagino/ de cristiano, si no es ya / esta atención, que me da / su escapulario divino/ que aunque duro el corazón/ tanto al vicio se ha entregado/ que de Dios vive olvidado/ conserva esta devoción".

Tristes tiempos los nuestros, en los que los más endurecidos jayanes ya no inician su camino a la santidad ante la vista de un escapulario. Inocentes parecen, a nuestra vista, los malos antiguos.

No olvidemos, además, a los traperos de Madrid de finales del siglo XVIII, fieles devotos de la Virgen del Carmen. En su día mandaban oficiar una misa
Debía de ser cosa de admirar ver a los hermanos del honrado oficio de la trapería, en el julio madrileño, con sus mejores galas, y con una vela en la mano.

viernes, 12 de julio de 2013

LA MAJESTAD Y LA QUIETUD

La majestad no reside en la riqueza, ni en los palacios. Tampoco en el boato. No es fácil saberlo por ser la majestad un misterio. Y los misterios, de acuerdo con su naturaleza, se resisten a ser desvelados. La majestad es, además, un don que la sangre real no siempre depara. Quizás una de sus moradas sea la quietud. Es la sencillez hermanada con la grandeza
Recordemos a Felipe IV, vestido con la ropilla negra y, sobre el pecho, el Toisón. Sostiene el gobierno de la Monarquía sin cetros ni armiños, a solas con su grandeza y su quebrantada conciencia.
Sobre estas cuestiones escribo en Suma Cultural

martes, 9 de julio de 2013

PERSECUCIÓN DE VAGOS

Fue propia de la mentalidad ilustrada la defensa de la ética del trabajo y la persecución de la vagancia. En siglos anteriores, los mendigos -siempre que no fuesen vagabundos o desconocidos- no eran considerados como parásitos ni, necesariamente, como maleantes. Había, incluso, una ociosidad respetable a la que aspiraban todos los que tenían pretensiones nobiliarias. Con el siglo XVIII todo comenzó a cambiar. Así, en 1771 el corregidor de Mancha Real, Reino de Jaén, fue la pesadilla de Tomás de Ávila. Era éste un mozo de veintidós años de edad al que el Corregidor "mal instruido de algunos vecinos" apresó y puso a buen recaudo "haviéndole agregado al real servicio". Dispuso el representante de la autoridad real que se convirtiese en soldado. El motivo era considerar a Tomás de Ávila "en la clase de vago y mal entretenido". La madre del susodicho negó, ante la Real Chancillería de Granada,  tal acusación pues, muy al contrario, el potencial recluta era "de genio eficaz para el trabajo,se a ejercitado en el de la agricultura desde pequeño hasta la edad en que se halla". Era la cara agria de la Ilustración:  la de no dejar a la gente en paz.


lunes, 8 de julio de 2013

EL REFRESCO DE LOS MAESTRANTES

En los siglos XVII y XVIII se llamaba refresco al alimento moderado o refrigerio que se tomaba para reparar fuerzas o a modo de colación. Había un  refresco sencillo compuesto de queso y vino. Era propio de  gente del campo. Otro tipo, más refinado, se servía con bebidas frías, dulces y chocolate. El beber frío era obligado y muy del gusto de todos los españoles de la época, muy dados a frecuentar las botillerías. La polémica sobre si era bueno o perjudicial ingerir bebidas heladas se mantuvo durante siglos. Para enfriar las bebidas se traía nieve de las sierras cercanas y se vendía en los mercados -como producto de primera necesidad y a precios populares- durante el período estival. En los Anales de la Plaza de Toros de Sevilla del marqués de Tablantes se dan cumplidas referencias de los refrescos ofrecidos por los maestrantes a los invitados a los festejos taurinos. En 1730 consta que " los diputados gastaron en su balcón 50 libras de dulce a tres reales, tres garrafas de frío a 25 y otras 3 de agua clara a 3 reales". En las cuentas de 1734 se da cuenta del gasto en los siguientes agasajos: 16 arrobas de bizcochos, de diversas calidades, a 29 cuartos la libra, y ocho libras de panales de espumilla del maestro confitero José Gutiérrez. Costó el refresco 1.114 reales, a lo que había que añadir 980 más de 32 garrafas de helados. Los panales- que también aparecen en las cuentas de 1737, 1740 y 1741- eran azucarillos o panes de azúcar. En 1740 el dulce, fino o basto, procedía de determinadas confiterías y de las cocinas de algunas mujeres que lo elaboraban con especial esmero.


Los datos sobre los refrescos en: Ricardo de Rojas y Solís, marqués de Tablantes y conde del Sacro Imperio, Anales de la plaza de toros de Sevilla (1730-1835), 1917




martes, 2 de julio de 2013

ÁGUILA EN RIOCUCHILLO



En el diario La Iberia de 15 de septiembre de 1889 se publicó la siguiente noticia: "En Riocuchillo (Jaén) un cazador mató hace pocos días una magnífica águila que mide tres metros de extremo a extremo de las alas, con la particularidad de tener el pico cortado por la mitad de la parte superior, sin duda de algún balazo que le dieron hace mucho tiempo". Para mayor información del público se indica en la noticia que el cazador vendió el ejemplar por quince pesetas "á un aficionado, que la ha mandado disecar".