jueves, 14 de noviembre de 2013

ROPA DE GALEOTES


El triste atavío de los condenados a galeras constaba, según se recoge en Guzmán de Alfarache, de dos camisas, dos pares de calzones de lienzo, una almilla colorada, un capote de jerga y un bonete colorado. Una almilla era un jubón de abrigo, con mangas y ajustado al cuerpo. Sobre esta prenda iba el capote. A todos, antes de amarrarlos al banco, se les rapaba la barba y la cabeza como remedio -ineficaz- contra piojos, pulgas y otros insectos que poblaban esos tristes paraderos. Por su buena relación con el cómitre, el personaje de Mateo Alemán pudo mejorar su estampa con "un vestidillo a uso de forzado viejo, calzón y almilla de lienzo negro ribeteado, que por ser verano era más fresco y a propósito". Esto le permitiría al pícaro mejorar su estado de ánimo y, de paso, agudizar su ingenio para salir de tan complicado destino. La buena presencia siempre ayuda en cualquier trance. Para resguardar, de mala manera, a los forzados del sol y de la lluvia, se cubrían los bancos con unos toldos de lona, aunque no todas las galeras contaban con tal protección.

2 comentarios:

  1. Pues los toldos de lona, en verano igual era de agradecer no llevarlos, porque el calor que habría bajo ellos debía ser terrible.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Allí, sujeto al banco, de debía de estar horriblemente mal, con el toldo y el calorazo, como usted muy bien observa, el panorama sería horrendo.
    Saludos cordiales y gracias.

    ResponderEliminar