domingo, 15 de diciembre de 2013

NORMAS BÁSICAS DE CORTESÍA Y BUENA CRIANZA

El Padre Santiago Delgado de Jesús y María, escolapio, en su Catecismo de Urbanidad (1817), daba unas sencillas orientaciones sobre la manera adecuada de saludar a Grandes de España, títulos del Reino y otras personas principales. En primer lugar, era obligado permanecer de pie, con los talones juntos y las puntas separadas, "con inclinación noble del cuerpo, y no de la cabeza". Después,  los ojos y el semblante debían expresar conformidad y complacencia, salvo en situaciones de dolor y pésames.  En términos generales, eran muy valiosos los siguientes consejos: nada de mirar con descaro, de arriba a abajo o a los ojos del interlocutor. La distancia se mantendría lo suficiente para no ofender al personaje en cuestión "con el aliento, o saliva". El sombrero se sostendría "con un ala por debajo del brazo, copa arriba y el pico delantero pegado al pecho con cierto ayre". Nada de jugar con pies y brazos, con el vestido, o de hacer gestos vulgares. Inaceptable tocarse los labios, gesticular, hacer ruidos o remedar sonidos de animales, campanas o truenos pues, decía el padre escolapio, "es cosa de campesinos" y costumbre deplorable "entre gente civil". Tampoco era de recibo frotarse las manos, cruzarlas por la espalda, estirarse los dedos, montar los pies o cruzarlos descansando uno sobre otro. Se consideraba un gesto ordinario e intolerable señalar a alguien con el dedo y llamar la atención a fuerza de voces o "chischiveos". En la expresión del rostro: "desagrada toda nota de afectación, arrogancia, vanidad, encogimiento y timidez; seriedad austera, silencio sombrío, sobrecejo, observación maligna de alto a bajo, ademán grosero y truhán.".Bajo mi criterio, denotarían cierta elegancia y destreza en el ejercicio de la cortesía el saber sostener el sombrero y el mantener la inclinación del cuerpo, noble -como aconseja el tratadista- y sin muestra alguna de servilismo. Con tales gestos nos imaginamos a algunos personajes de Jane Austen, Walter Scott o Pérez Galdos. Muchos lectores, por supuesto,  estarán de acuerdo en que si bien algunos consejos pueden estar anticuados, otros - los más- siguen vigentes entre personas de buena educación y conscientes de la consideración debida a toda persona honrada, sea cual sea su rango, linaje o fortuna. Su descuido y olvido originan siempre enojosos perjuicios a los demás en estos tiempos de espontaneidad e impertinencia.

4 comentarios:

  1. Desde luego que, ante una persona que no conocemos y de superior rango y edad, no imitamos los sonidos de animales, campanas o truenos, aunque vaya usted a saber si algunos no los toman por la cosa más normal del mundo en estos tiempos extraños en que vivimos.
    Un saludo

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    1. Pues no crea usted, doña Carmen, que el descomedimiento y la mal entendida llaneza imperan por aquí y por allá. Por eso es algo tan grato conversar con personas tan bien educadas como ustedes: la clara demostración de que las buenas maneras siguen existiendo.

      Mis saludos y quedo agradecido por su escrito.

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  2. Muchas son normas de buena educación, independientemente de que nuestro interlocutor sea "grande" de España o pequeño. Aunque no me imagino a gente de la nobleza o de la realeza de entonces tener la misma consideración hacia los considerados inferiores.
    Hoy se ha generalizado la arrogancia y altanería de los otrora pudientes. Incluso los hay que te pisan y son incapaces de un simple "perdone". Y da igual la posición.
    Un saludo.

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  3. De todo habría, don Cayetano. Desde Grandes que actuarían como jayanes a pastores solemnes como hidalgos. Desde luego el desdén del padre escolapio hacia los campesinos, así en general, no es de recibo y resulta una afirmación antipática. A todos es debido el respeto y la consideración pues, entre gente de bien, nadie es más que nadie.

    Mis saludos y mi agradecimiento por sus palabras.

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