lunes, 28 de julio de 2014

VERANOS DE 1730

Garrapiñas, horchatas, garrafas de limonada, retirada de tapices, calles empolvadas, calles regadas, sarna, sarpullidos, mataderos hediondos, despojos arrastrados por ratas, bóvedas sepulcrales más hediondas todavía, asaltos a melonares, meloneros airados, beber agua con nieve, señoras en enaguas y guardapiés, paseos nocturnos, moscas, correr toros, carlear de perros, ovejas esquiladas, alivio de vagabundos, fiestas por la Virgen,cantos de siega y alegres auroras

lunes, 21 de julio de 2014

AGUA DE SELTZ

La pasión por las bebidas con gas es muy siglo XIX. En un libro de cocina de 1871, ya citado en la anterior entrada, se afirma lo siguiente: "El agua de Seltz es bastante común en los grandes centros de población, gracias a los numerosos establecimientos que la fabrican pero en los campos y pueblos pequeños es más difícil procurársela, y se recurre entonces al gasógeno"*. Aquí se representa el artilugio -de elemental diseño y dudosa eficacia- propuesto para su obtención. Por el pitorro de la izquierda debía de salir el agua carbonatada.


Continúa el autor: "con el ácido tartárico y el bicarbonato de sosa, que con agua se pone en este aparato se obtiene una buena agua gaseosa". En fin, mejor sería la servida en cafés, colmados y botillerías sobre veladores de mármol. En cualquier caso, este verano, los nostálgicos del siglo XIX, deberíamos abstenernos de solicitar agua con gas, en locales hosteleros y comercios, y pedir en cambio agua de Seltz. Nos hermanaremos, aunque sólo sea en esto, con el Capitán Nemo, Kitchener y el doctor Watson.

*El libro citado es Cocina moderna, Librería de Anlló y Rodríguez, Madrid 1875.

domingo, 13 de julio de 2014

CARLOS V, EDUARDO VII Y LAS ANCAS DE RANA

Plato humilde pero apreciado por un Habsburgo. Las ancas de rana se servían en la imperial mesa de Carlos V en su resignado retiro de Yuste. Siglos después, hacia 1889, se prepararon con crema en el Hotel Savoy de Londres, por orden de César Ritz, para el Príncipe de Gales. No había, según dicen, precedentes de príncipes herederos ingleses que fuesen a cenar a restaurantes y, menos aún, ancas de rana. El futuro Eduardo VII acudía al Savoy incluso algunos domingos. Lo cuenta Egon Jameson. Las ranas también constituían el ingrediente básico de un triste caldo, muy adecuado para enfermos y convalecientes, según un recetario español del siglo XIX.

domingo, 6 de julio de 2014

LAS LEVAS DEL CAPITÁN NEGRETE

Va de pícaros. En el invierno de 1636, empezada la guerra con Francia, llevaron a la Cárcel de Corte -bien sujeto con grillos y una cadena- a un capitán llamado Negrete. Al parecer falsificó las patentes del Rey y reclutó compañías por su cuenta y a la buena de Dios. No contento con esta travesura, disponía de los alojamientos de los bisoños, repartía las correspondientes papeletas y, era cosa obligada, departía con alcaldes y regidores. Hasta nombraba oficiales. Estos disparates los perpetró en La Rioja aunque no llego yo a saber si por dinero o por figurar. Tan poderosa es una razón como otra y tan mala consejera la codicia como la vanidad.

viernes, 4 de julio de 2014

OTROS POSIBLES PELIGROS DEL MELÓN


A veces estos riesgos no son, en sentido estricto, digestivos. Es lo que podemos deducir de una escritura notarial de 1769 por la que sabemos que Juan de Montilla, vecino de Jaén mantuvo una querella con unos sujetos "por aver herido al otorgante la madrugada del dia seis de septiembre del año proximo de sesenta y ocho en el sitio de la Fuente de la Zarza, donde estaba guardando un melonar suio propio por impedir a dos hombres que en el estaban cojiendo melones". Debió de recibir algunos palos. La defensa del melonares y huertas era frecuentemente de pesadumbres muy ruidosas. No es la primera noticia que encuentro, al respecto, en papeles de archivos.

Archivo Histórico Provincial de Jaén, legajo 2146, folio 15, 1769

jueves, 3 de julio de 2014

DINEROS DE DUENDE DE CASA

La creencia en duendes guardianes de tesoros es vieja de muchos siglos. En ocasiones los custodios de estas riquezas ocultas eran fantasmas con todos sus trebejos, bien cargados de cadenas, como aparecen en el entremés barroco titulado La burla con el tesoro, editado en Córdoba. También las guardaban hadas, enanos y otras criaturas más o menos fantásticas. Cunqueiro escribió mucho y bueno al respecto. Era creencia extendida y no siempre extravagancia de orates. En el Índice del inquisidor Rubín de Ceballos, ya de finales del XVIII, se prohibía un cuaderno que "contiene preceptos, comjuraciones y exorcismos, para descubrir y sacar los tesoros ocultos". La gente perdía el seso con estas historias. Sirve lo anterior para entender cierta carta, escrita por santa Teresa en Malagón, por febrero de 1580. Decía: "Plega a Su Majestad gane vuestra merced en esa soledad muchas riquezas eternas, que todo lo demás son como dineros de duende de casa".
       Rotunda expresión -"dineros de duende de casa"- que fuera de su aplicación a las vanidades del mundo bien podría ser prevención universal contra las fáciles riquezas de tiempos de euforia desmedida. Espejismos, al fin, de negociantes, oro de alquimia, pavesas lanzadas al viento, torres de papel, ganancia sin fuste y sin honra.