jueves, 16 de octubre de 2014

NAPOLEÓN Y LOS FRAILES



La invasión de España en 1808 era parte de un viejo proyecto histórico encaminado a hacer de Francia la gran potencia continental europea, no bajo los criterios del absolutismo monárquico sino a partir de su reciente herencia revolucionaria. Napoleón, para esta empresa, partía de una determinada visión de España, heredada de los tópicos ilustrados dominantes en la Francia del XVIII, reforzada a su vez por la penosa actuación de la Familia Real y de una parte de las elites españolas del momento. La imagen de una España atrasada, cerril, dominada por el oscurantismo y la superstición había calado en Francia desde la gran derrota de la Casa de Austria y seguía vigente en los tiempos de Bonaparte. Éste trataba de legitimar su invasión mediante una supuesta voluntad regeneradora e incluso supuestamente civilizadora como bien se puede comprobar en sus proclamas. Este discurso contó con el suficiente crédito y aceptación entre los afrancesados más convencidos y era generalmente aceptado fuera de España.

Iniciada la guerra, los boletines* publicados por Napoleón, sobre sus campañas en España, son una buena fuente para comprobar la mencionada visión. También para constatar que Bonaparte era consciente de que  el nervio y la base ideológica de la resistencia contra su ocupación era sostenida por la beligerancia del clero. La conciencia nacional y moderna, defendida  por los liberales convivía, frente a un enemigo común, con el fundamento religioso, popular y tradicionalista sostenido por frailes y clérigos del más diverso rango. Los ejemplos, desde las guerras de la Convención, son abundantes. Napoleón no desconocía este hecho y sus boletines lo demuestran.

El 15 de diciembre de 1808, desde Burgos se da cuenta, en un boletín, de la captura de unos prisioneros que llevaban en sus uniformes unos botones con la inscripción "Al vencedor de Francia". Dice el comunicado francés: "en esta fanfarronada ridícula se reconocen a los compatriotas de Don Quijote". El 13 de diciembre de 1808, desde Burgos, se describía con sarcasmo la movilización de los estudiantes de Salamanca que pretendían invadir Francia; también se ridiculizaba a los campesinos, todos fanáticos, que aspiraban a saquear Bayona y Burdeos y que creían ser guiados "por todos los santos aparecidos a unos monjes impostores". Esta afición milagrera, atribuida por la propaganda francesa a los españoles, es mencionada también en el boletín -firmado en Aranda de Duero el 26 de noviembre de 1808- cuando se refiere a "los monjes impostores que han hecho hablar a la Virgen del Pilar y a los santos de Valladolid".

La Inquisición, naturalmente, representaba para la propaganda bonapartista el símbolo de la España mas rancia y tenebrosa así, en el comunicado antes mencionado, del 26 de noviembre, se afirmaba de manera radical: "El reino de la Inquisición ha terminado". Sus tribunales, decía, nunca más atormentarían Europa y "el bochornoso espectáculo de los autos de fe no se volvería a producir". El Santo Oficio había dejado de ser lo que era hacía ya mucho tiempo, pero tales tópicos eran, por su naturaleza, muy difíciles de erradicar además de ser considerados muy útiles para legitimar la ocupación francesa. El comunicado denunciaba, junto a lo anterior, la abierta y extraña alianza de Inglaterra, la Inquisición  y los franciscanos. En el boletín del primero de enero de 1809 se unen, a esta triple alianza, los nostálgicos del orden feudal. Floridablanca era caracterizado como "un vejestorio que reúne la anglomanía más ciega con la devoción más supersticiosa. Sus confidentes y y sus amigos son los monjes más fanáticos e ignorantes".

Los frailes españoles eran según los boletines napoleónicos, los peores de Europa. A diferencia de los religiosos alemanes, italianos y franceses -ejemplo de mansedumbre, docilidad y formación- la clerigalla española era, según el boletín del 28 de noviembre de 1808, la hez del pueblo, ignorante, crápula, comparable a los matarifes de las carnicerías, sólo influyente en la plebe más inmunda. Así, declaraba el boletín: "una casa burguesa sería deshonrada sentando a un monje en su mesa". En diciembre de 1808 se mencionaba al obispo de Santander "animado más por el espíritu del demonio que del espíritu del Evangelio"y, en otra ocasión, se le atribuía la costumbre de ir por el mundo armado con un sable. Napoleón.


*Los distintos números del Bulletin de l'armée d'Espagne, en Oeuvres de Napoléon Bonaparte, edición C.L.F. Panckoucke, tomo IV, 1821


15 comentarios:

  1. Los que en la historia se han creído superiores, con el fin de justificar sus desmanes, siempre han usado como pretexto para invadir otros territorios una supuesta labor civilizadora. Véanse al respecto las justificaciones de personajes como Lord Salisbury o Cecil Rhodes para dar sentido a la expansión británica en África.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. En esa época España era un país exótico, de costumbres bárbaras según nos cuentan los viajeros que se atrevían a viajar por los caminos, como lo hizo Von Humboldt.
    En cuanto a los frailes, formar parte del clero era una manera de evitar la miseria en las familias. No es raro que fueran a parar a la órdenes religiosas oportunistas y gente de todas condición moral.

    ResponderEliminar
  3. No sabía que Napoleón pensaba que los frailes españoles eran los peores de Europa. Si consideramos que la mayoría de ellos entraban en religión para huir del hambre y tal vez de la justicia no me extraña pero, tampoco acabo de creerme que los alemanes, franceses e italianos fueran un ejemplo de mansedumbre y formación.Para legitimar su invasión cualquier cosa era válida.1661

    ResponderEliminar
  4. En cualquier conflicto la propaganda en esencial para justificar lo que para unos es necesidad y para otros opresión. Algo de reformismo trajeron los franceses. José I, objetivamente, pudo haber sido mejor rey de lo que había sido Carlos IV y sería Fernando VII, pero era extranjero, puesto por un Napoleón que quería toda Europa para sí, de modo absoluto o dictatorial, qué más da; y su propia dinastía en lugar de la de los Borbones, Y eso el pueblo llano, curas incluidos, no lo quiso consentir.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. En Francia, ya desde los tiempos en los que Luis XIV pretendía la sucesión al trono de Carlos II, los panfletistas franceses empezaron a difundir una imagen de una España oscura y atrasada, presentando a su monarca (y luego a Felipe de Anjou) como los salvadores y los únicos capaces de "civilizar" a esos rudos españoles. Esta estrategia fue seguida por los Bonaparte y los afrancesados, aunque la realidad era muy distinta, recordemos por ejemplo el interés por la ciencia y las nuevas tendencias en la Corte de Carlos IV (expediciones de Malsapina, los trabajos de José Celestino Mutis, etc).

    Un saludo y le invito a pasarse por mi blog, por no sé que motivo mi última actualización no aparece en los blogs amigos.

    ResponderEliminar
  6. No puedo hacerme a la idea de lo que el descubrimiento de las atrocidades cometidas por los supuestos "liberadores" de la oscura España pudo suponer para los afrancesados españoles. Buen ejemplo de ello fueron Goya o Moratín, a los que en modo alguno se puede descalificar como antipatriotas y, sin embargo, fueron testigos alucinados de la barbarie de la guerra de independencia.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Siempre se trataba de buscar una legitimación de la agresión y la ocupación.La diferencia de Napoleón, respecto a su ejemplo, es que éste sigue contando con un prestigio, nada justo, que va más allá de su genialidad como militar y hombre de poder.

    Saludos y muchas gracias.

    ResponderEliminar
  8. Con todo, doña Amaltea, España no era tan diferente a otros países europeos durante los siglos XVIII y XIX. Respecto a su atraso yo diría que era muy relativo. Había regiones británicas, alemanas o francesas mucho más apartadas del mundo que las que podríamos encontrar en España.

    Saludos y gracias por su comentario.

    ResponderEliminar
  9. La idea de unos frailes españoles fanatizados y analfabetos forma parte del tópico sobre el clero regular y sobre los españoles que tanto arraigo tuvo y, me temo, todavía tiene. Ni todos eran frailes de bota y garrote no todos eran personajes de Zurbarán. Respecto al carácter improductivo de las órdenes religiosas se podría, además, hablar y matizar mucho. En fin, espero tener ocasión de volver a este interesante asunto.

    Gracias por su escrito.

    ResponderEliminar
  10. El anterior comentario es la respuesta a doña Ambar.

    ResponderEliminar
  11. Creo, sin embargo, señor DLT, que existe una notoria idealización de José Bonaparte. La España descrita por la propaganda bonapartista poco tenía que ver ya con la España real. Reformas, y muy profundas, venían aplicándose desde, al menos, el reinado de Fernando VI. Hasta Godoy continuó, aunque de forma atenuada, con el programa reformista. La respuesta a la invasión napoleónica fue la lógica en una nación ya muy asentada en el tiempo, secundada por los partidarios de los grandes cambios y también por los más tradicionalistas. Y, no lo olvidemos, por los grandes del pasado ilustrado.

    En fin, como todos sabemos, un asunto que da mucho para hablar y escribir.

    Muchas gracias y mis saludos.

    ResponderEliminar
  12. Estoy de acuerdo con lo expuesto por usted, Carolus Rex. Y confirma lo dicho en el comentario anterior.
    Sepa usted que leo con interés y regularidad, desde hace varios años, su estupendo blog.

    Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
  13. Una barbarie, doña Carmen, no provocada ni buscada por España. Hay pocos casos, en los últimos doscientos años, de ataques más injustificados. Lo que pasara por la cabeza de aquellos afrancesados de buena fe debía de ser verdaderamente trágico.

    Mis saludos, doña Carmen, y muchas gracias.

    ResponderEliminar
  14. Ese perturbado mental llamado Napoleón, que quitaba reyes por toda Europa para poner de reyes a su parentela, nada más que trajo ruina y miseria a España; a parte fue directo causante de la independencia de las colonias hispanoamericanas. Su ilustración obtusa metió de lleno a la masonería en España con el posterior descalabro y sus consecuencias indirectas sobre las colonias americanas. En referencia al clero y su idea sobre el, eran tan estúpidas como su propia persona. El clero hizo una labor en evangelizadora y de enseñanza en América como ninguna otra potencia colonial hizo jamás incluyendo a la propia Francia. La Inquisición no fue obra de España, su origen estuvo en otro lugar. Hablar de Napoleón es hablar de un de mente criminal que se cría la luz cuando realmente fue la oscuridad allí donde puso las botas. ¡¡Me da asco!!.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Napoleón fue hombre sin escrúpulos, formado en la guerra revolucionaria, de un orgullo incomparable. No lo tengo por estúpido sino, por el contrario, por un genio con rasgos casi luciferinos muy propios, por otra parte de esas individualidades románticas y apabullantes. A España le hizo un mal terrible. Fue para nosotros funesto. Bien pagó su atrevimiento pues su camino hacia Santa Elena comenzó aquí, muy cerca, en Bailén.

      Saludos y gracias por su comentario, don Manuel.

      Eliminar